23 de febrero de 2008

No es país para viejos...

… o como jugarse la vida, y perderla, por un puñado de dólares…

La mejor descripción de No es país para viejos es que es una película típica de los Coen. Y no hay que darle más vueltas. Gustará o no gustará, pero desde luego que no se les puede reprochar nada que no nos pudiéramos esperar, antes de entrar en el cine. Javier Bardem esta sublime, intratable, así que sin lugar a dudas, se llevará el gato al agua en los Oscar.

La película en su conjunto es buena, no podríamos decir lo contrario, y me atrevería a decir que lo mejor de los Hermanos Coen desde Fargo, pero hay ciertos matices con los que no cuenta, y quizás cojee un poco por la falta de energía, de fuerza, y de dinamismo, que hacen que las dos horas de película se hagan en algunos momentos, un poco lentas. El film se resume en un “encuentra el dinero, coge el dinero y corre, porque un asesino psicópata te va a perseguir hasta que te encuentre”.
Y básicamente es eso, hasta llegar a un final, de estos que te hacen olvidar (en parte) todo lo bueno que has visto, para exclamar al final del metraje: ¡¡¿Y ya está?!!
Pero si el final es un poco brusco, y deslucido, el resto de la cinta es una gran obra, el mejor ejemplo del cine Western de los últimos tiempos, el llamado Neowestern, y del que posiblemente este film, sea su máximo exponente.

Todo empieza con Llewelyn Moss (Josh Brolin) que está de caza en el desierto de Texas, cuando se topa con un escenario de narcotraficantes intercambiando su bien mas preciado, que ha terminado en un baño de sangre. Minutos después, Moss da con un maletín repleto de dólares, y no se le ocurre otra cosa que llevárselo a casa, pero no sólo eso, sino que después regresa a la escena del crimen, el muy torpe, y es ahí cuando comienza su pesadilla. Los dueños del maletín, no se quedan de brazos cruzados y ponen en su búsqueda a Anton Chigurh (Javier Bardem), un psicópata asesino a sueldo, que al final no duda en rendir cuentas a sí mismo para quedarse con el dinero.

Asi que en resumen, es una buena película, aunque a mi el final no me gustó, por su ambigüedad, y porque diez minutos antes ya estaba todo dicho. Pero salvo eso, y algunos momentos de lentitud en cuanto al desarrollo de la trama, merece la pena, aunque sólo sea (y me aventuro a decirlo) por ver en acción al primer actor español en ganar un Oscar. Le voy a dar un 7.

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