31 de agosto de 2008

Inolvidabl•E

Por fin fui al cine (tras mucho tiempo) a ver esta película de la que tan bien me habían hablado. Y lo único que puedo hacer es rendirme a la evidencia, y corroborarlo: Wall·E es fantástica. Es un espectáculo para los sentidos…

¿Sabéis esa sensación, cuando sales del cine pensando que has visto algo que se recordará para siempre? Sí, os hablo de ese sentimiento que te cautiva cuando recorres los pasillos de la salida del cine, con una sonrisa en la boca, y un estado de euforia irracional, mientras sigues dándole vueltas al film que acabas de ver, que sabes que vivirá en tí para siempre. Pues Wall·E es uno de esos films.

Wall·E, siempre bajo mi punto de vista, es una de las mejores películas de animación de todos los tiempos. Los primeros cuarenta minutos de metraje, son probablemente los más asombrosos, emotivos e inteligentes de la historia de la animación. Apenas hay diálogos en esta parte de la película, de hecho se cuentan las palabras con los dedos de una mano, concretamente tres son las que pronuncian los dos robots protagonistas, pero se puede decir todo, sin apenas hablar, y este robot es una prueba de ello…
Wall·E transmite tantos sentimientos, que sería imposible enumerarlos. Con sus movimientos, con sus ojos, con su “caminar”… todo hace de él un personaje inolvidable. Las escenas de Wall·E en sus tareas habituales, son de lo mejor de la película, así como cuando conoce a Eva… y sus aventuras y desventuras para cumplir su “instrucción”. Todos esos momentos de la pareja protagonista, son de esos memorables de la historia del cine, a la altura de la caja de bombones de Forrest Gump, el "jamás volveré a pasar hambre" de Lo que el viento se llevó, o la escena de la ducha de Psicosis.

En la segunda parte de la película, el nivel baja un poco, quizás motivado por la brillantez de la primera parte, pero aun así sigue siendo sublime. De hecho presenciamos una de las escenas más bonitas de la película, el viaje espacial de Wall·E y Eva: Precioso.
Y es que este film está cargado de “momentos”. Wall·E deja de ser una simple película de animación. Wall·E, es arte digital, es otra obra maestra de Pixar, tan sólo un año después de la insuperable Ratatouille (no podía dejar de mencionarla). Esta película vuelve a traspasar la pantalla, para instalarse en tu memoria.
Wall·E, es Inolvidabl·E.

28 de agosto de 2008

Maniático...

Hace unos días vi este test circulando por ahí, que consiste en hacer una recopilación de tus manías, lo vamos a dejar en 10, para no alargar mucho la cosa... Y qué mejor persona para hacerlo que yo, que soy un maniático de libro… soy la manía con patas… En fin, que a ello me dispongo, y aquí os dejo el resultado. Mis 10 manías son las siguientes:

1. Cuando suena el teléfono tengo que dejarlo sonar dos o tres veces, nunca lo cojo al primer tono. Ya sé que no tiene ninguna ciencia, pero así es… Cogerlo nada más sonar, aunque lo tenga en la mano, es antinatura… o eso me parece a mí.

2. Siempre que hago fotos de algún momento especial, me gusta luego ponerles nombres cachondos, rememorando un poco lo que ocurrió, y así cuando las veo, me río de los comentarios que puse tiempo atrás, en los nombres de las fotos…

3. Cuando me descargo algo, siempre lo dejo provisionalmente en el escritorio, luego ya lo distribuyo y lo guardo en las carpetas correspondientes… Pero al bajarlo, siempre lo dejo en el escritorio.

4. A la hora de dormir, necesito una almohada alta y mullida, no me gustan las que son muy bajas o blandas, porque luego me duele el cuello. Pero ojo, tampoco me gusta que sean muy altas, tienen que ser un término medio… Bueno, no sé si me he explicado bien… Pero el caso es que si no, no puedo descansar bien.

5. Otra manía, es que me hago listas de las cosas más importantes que tengo que hacer, para no olvidar nada… Me hago listas de todo!

6. Siempre que entro en el baño, cierro la puerta y echo el pestillo, aunque vaya a lavarme las manos, o los dientes… Da igual, siempre me encierro como si me persiguiera un lobo.

7. Cada vez que veo una película me comprometo a verla acabar por muy mala que sea ésta. No sé por qué, pero es algo que siempre hago… me siento mal conmigo mismo si no la termino de ver, si no le doy la oportunidad de visionarla al completo…

8. Al leer un libro, nunca lo leo abriéndolo del todo. Me explico: Nunca abro las pastas de un libro los 180 grados que da de sí, sino que los leo abriéndolos solamente un poco, en un ángulo de 90 grados o algo más… no ando con el transportador en mano, pero ya me entendéis.

9. Cuando estoy sentado, siempre estoy moviendo una de las dos piernas, un ligero meneo arriba y abajo, un tembleque que ya no es sólo cosa mía, sino que viene de familia, por parte de mi padre. No es que sea una persona nerviosa, pero ese movimiento no me abandona.

10. Tengo la manía de corregir a la gente. Y es algo que no me gusta hacer, y aunque me estoy quitando, algunas veces no lo puedo controlar. Pero poco a poco…

Pues ya está, al final tampoco era para tanto… Me he dado cuanta al ir haciéndolo, que vale, un pelín maniático si que soy, pero tampoco tanto… Algunas de mis manías son peculiares, pero bueno, yo ya había asumido la excentricidad, como algo inherente a mi persona.
No voy a nominar a nadie, así que el que le apetezca hacerlo y se sienta identificado, que busque un poco en su interior y se retrate con sus propias manías.

25 de agosto de 2008

Tras el velo...

¿Por qué? Esa es la pregunta… por qué titulo así esta entrada… Supongo que intento hacer referencia a una especie de coraza, de caparazón que quiero crear a mi alrededor… lo que no deja de ser un velo con el que cubrir mis vergüenzas, o al menos mis sentimientos…
Lo que quiero es enterrar, olvidar, arrinconar todo aquello que procuro que no vean mis ojos. Quiero correr un tupido velo, o quizás un estúpido velo, como dicen algunos… No sé si servirá de algo, pero no me queda otra que intentarlo… Lo único que deseo ahora mismo, es estar tras el velo.

Tampoco sé si podré refugiarme tras él por mucho tiempo, o si será como un carcelero que incluso me impedirá respirar… Lo único que sé, es que doy por finalizadas mis vacaciones de verano, liándome el velo a la cabeza, y dejando que todo fluya a mi alrededor. Quiero ver desde la distancia todo este tiempo que he pasado en la montaña, quiero que quede tras el velo, mi velo. Ése que sólo yo pueda destapar de vez en cuando, para recordar todo lo bueno que paso allí. Pero nada más.

En este caso, me lo guardo todo para mí, y omito cualquier comentario o aclaración que no sirven de nada. Dejadme ser egoísta por una vez.
Porque a veces no es necesario hablar, porque no hay nada que contar, y mucho menos que explicar. Las cosas son así, porque surgen así (surgir, bonito vocablo) o porque la vida te las presenta de esa manera, y como tú no puedes hacer nada para cambiarlas, lo mejor es no decir nada. Porque me he dado cuenta, de que no todo se soluciona hablando, la mayoría de las veces sí, pero otras… otras, es mejor dejar pasar el tiempo, sin que las palabras desdibujen un bello recuerdo. Mejor callar. Mejor, refugiarme tras el velo.

20 de agosto de 2008

Últimos días...

Sólo quedan 4 días, con sus respectivas noches, para finalizar mis vacaciones… Tan sólo cuatro, y ya estaré de vuelta, para comenzar a plantearme el futuro próximo, para empezar a pensar en septiembre, y en la vuelta a la rutina… Pero no adelantemos acontecimientos, que para eso, aún queda mucho tiempo… aunque lo de estudiar, no está nada lejano.

Pero antes, podré disfrutar de mis últimos momentos de dulce aislamiento, y esta vez espero que sea sin altibajos…
Me espera la fiesta de mi pueblo, el sábado 23, que ojalé sea el remate final (como en las rebajas) a unos especiales días de verano, que como todos los años, no me han defraudado. Esta fiesta la hemos bautizado en mi círculo de amigos, como nuestra fiesta pagana, puesto que la fiesta oficial del pueblo es en Santiago, el 25 de Julio, pero ésta… ésta es otra cosa…
Comenzó a hacerse el año pasado, y es un tanto peculiar, puesto que es una celebración por y para el pueblo, un festejo entre vecinos, que comparten mesa por un día.
Todo surgió como agradecimiento de unos vaqueros (suena muy del oeste, pero es así) que tienen el ganado en los montes colindantes, y como el pueblo en general, y las gentes en especial, se han portado muy bien con ellos, decidieron brindarnos un ternero, y compartirlo con todo el pueblo.
Por eso, se hace una gran comilona para cientos de personas: carne asada, a la parrilla, o guisada, que hace las delicias de pequeños y mayores. La verdad es que esto tiene pinta de convertirse en una bella tradición, y me gusta…

También es un poco el momento de la despedida para muchos de nosotros… Es como la última noche del verano, y desde luego para mí será la última noche allí. Es momento de decir adiós, o al menos, hasta pronto. Porque a muchos de mis amigos no los volveré a ver hasta el próximo año, o hasta Navidad, si se dignan a recorrer 800 Km., y hacernos una fugaz visita. A otros, si que los veré más a menudo durante el año, pero claro, ya no es lo mismo que estar juntos cada día, y es que poco más, y hacemos un Gran hermano, con convivencia las 24 horas, y dónde solo faltarían las cámaras que dieran cuenta de nuestras vidas…

En fin… que es momento de muchas cosas, pero no de melancolía. En un par de horas me voy, pero el domingo ya me tenéis aquí, comunicado y conectado, y esta vez será la definitiva. Disfrutad de lo que nos queda de verano. Yo intentaré hacer lo mismo.

18 de agosto de 2008

El juego de Zafón


Ya os había comentado en entradas anteriores, que este verano cogí a Zafón por delante, y leí sus dos obras más recientes. Los últimos días he estado leyendo El juego del ángel, que como todos sabemos es la precuela, o lo que quiera que sea, de la archiconocida La sombra del viento. Como ya argumenté en Expectativas, La sombra del viento, me había gustado, pero quizás no tanto como para elevarla al séptimo cielo, y guardarla en la colección privada de la librería Sempere e hijos. Para tanto no era, no…

Pero tras la lectura de El juego del ángel, lo único que he podido hacer es esbozar una sonrisa… una sonrisa que se torna a carcajada, al imaginar la fortuna que está amasando este hombre a base de auto-plagiarse a sí mismo… A lo mejor, Zafón no llega a tanto, pero El juego del ángel es más de lo mismo. No sorprende, se hace excesivamente larga en algunos momentos, en eternas descripciones que no llevan a nada. Se presenta como una historia que sigue la línea argumental de La sombra del viento, pero en realidad es la misma trama, los mismos personajes con distintos nombres… Dónde La sombra del viento asombraba, (bonito juego de palabras) ésta aburre, dónde la primera te maravillaba y divertía, esta cansa…
Pero hay una clara diferencia: el final. En La sombra del viento, el final podía resultar algo predecible, pero todo tenía su explicación, su principio, su fin. En El juego del ángel, parte de la resolución de la historia sigue siendo igual de predecible. El resto, Zafón lo despacha de puntillas, con una puerta abierta a lo fantástico, que a mí personalmente me decepcionó, dejando un sabor amargo, un gustillo a “van 600 páginas y no puedo extenderme mucho más”…

En fin, para mí, un fiasco. Un claro ejemplo de lo que ocurre al convertirte en superventas; lo que toca Zafón, será oro, él lo sabe, y juega con nosotros de mala manera. Lo que menos importa es si es una novela del corazón, o una mediocre y repetitiva ficción, más inverosímil que nunca…
Lo peor de todo, es lo que nos espera, pues según parece, esta es la segunda novela de una tetralogía ambientada en la Barcelona más negra, con el cementerio de los libros olvidados como telón de fondo…
Creo que Zafón debería ir cambiando ya de aires, y dejarse de tanto libro maldito, y tanto destino compartido por los de siempre… Una pena, que no vaya a ser así.

14 de agosto de 2008

Altibajos...

La segunda semana alejado del mundo urbano ha sido corta, pero un tanto extraña. No sé si ésa es la palabra, no estoy seguro. Bueno, en realidad, no estoy seguro de nada.

No sé que me pasa, pero albergo un amalgama emocional que me hace estar raro, una mezcla de sentimientos, que me han hecho estar muy feliz, y disfrutar como nunca en muchos momentos. Sentimientos, que por otro lado, me han hecho sentir tremendamente desgraciado, lastimado sin saber por qué, desdichado sin querer.
Digamos que un jarro de agua fría sobre mi cabeza, ha hecho que despertara, pero a la vez la más tibia de las caricias, me ha permitido seguir soñando durante unos segundos más…
Y aquí estoy, ya despierto, pero aún con la incertidumbre de no saber que estoy haciendo.

He tenido días de rabia, de impotencia; sensaciones que intenté aplacar con unas cuantas patadas a las piedras de un camino, que tal vez nunca llegue a recorrer. Rabia, por no ser yo el que estuviera allí; rabia, por no saber responder; rabia, porque en el fondo lo temía, aunque no lo quisiera creer.
Aquella noche, cuando pronunció esas palabras con la extrema sinceridad que yo le había exigido un año atrás, se derrumbó la madrugada a mi alrededor. Primero pensé que era un sueño, una pesadilla, que aquello no podía ser real.
Se difuminó el mundo que veía frente a mí, y no sólo por el alcohol que ardía en mis venas, y que también sirvió de anestésico ante esa espina que me atravesó las entrañas. No sé por qué, no debería afectarme, pero no lo puedo evitar, me duele.

Pero ésto sólo fue una noche. El resto del tiempo ha sido inmejorable… Tardes de risas, fiestas, noches de cine… Por todo ello, he estado feliz: cuando una mirada vale más que mil palabras, cuando el resto del mundo no importa, cuando se dice todo, sin apenas decir nada.

13 de agosto de 2008

Agosto va pasando...

… sediento, cansado…

Y nunca mejor dicho… Este agosto se va escapando de las manos de quienes lo vivimos como el mes de vacaciones… y es que ya estamos en el ecuador del mismo. Cuando leáis esto, yo aún seguiré por ahí, alejado de la ciudad, pero con el regreso cada vez más cerca…

Esta es una de las canciones de Alex Ubago que más me gustan, y aquí la comparto con vosotros. Las dos primeras estrofas, inmejorables…

Agosto va pasando,
sediento, cansado…
y en su mente algo le dice:
los días que has vivido,
quedaron de lado para ver como decides.

No te pares a buscar caminos que no tienen final,
escucha siempre a tu corazón, y él te guiará…


7 de agosto de 2008

El verano a mis pies

Esta semana, un universo de sensaciones se abrió paso ante mis pies. Agosto de emociones, verano de texturas, días de sol en los que experimentar con los cinco sentidos…

Una de las cosas que más me gusta del verano es descalzarme y pisar el césped recién cortado. Es una de esas pequeñeces de la vida, que aunque insignificante, te hace esbozar una sonrisa. Lo mismo que cuando te tumbas en una hamaca tranquilamente, y elevas los pies al cielo, como queriendo alcanzar las nubes inexistentes de un cielo radiante. Ese cálido aliento del sol, que se cuela entre los dedos, es indescriptible.

Durante esta semana han pasado muchas cosas por mi pueblo. He dormido la siesta como nunca antes en mi vida. Yo tenía un problema hasta hace bien poco, y era que cuando me echaba una cabezadita vespertina, me levantaba con un extraño dolor de cabeza, que evitaba que volviese a practicar el sesteo durante cierto tiempo. Pero, esta vez no. El primer día me sentó la siesta estupendamente, lo que llevo a que decidiese practicarla de nuevo al día siguiente… y ya podéis imaginar como terminó la cosa… con siestas interminables cada día.

También tuve un pequeño problema intestinal, que me ahorraré detallar, más que nada, por evitar la huida en masa de mis lectores. Solo os diré una palabra: Gastroenteritis. Todo debido a una indigestión a destiempo.
A un amigo y a mí, no se nos ocurrió mejor forma de rematar una fría noche de verano (dato importante: 3:30 de la mañana) que subiéndonos a un cerezo sin dueño, cargado del fruto más preciado: rojas y sabrosas cerezas. Porque con unas copillas de más, todo el monte es orégano, todas las cimas alcanzables, y todos los árboles accesibles.
Para los que no habéis sufrido un empacho a las tantas de la mañana, os diré que podéis seguir viviendo perfectamente sin experimentarlo. Fueron sólo un par de días de malestar, pero quieras que no, te cambia un poco los planes, y te obliga a no alejarte demasiado de tu más fiel compañero durante las 48 horas de padecimiento: el Sr. Roca.

Por lo demás, todo igual que siempre. Amigos de (y para) toda la vida unidos durante unos días por un lugar perdido en la montaña cantábrica. Amigos, que se conocen como hermanos, que están ahí siempre, y que vuelven cada año a tu vida para recordarte quién eres, para demostrarte que te aprecian, para darte cariño, y para pasarlo bien, que es de lo que se trata.
Lo único que ha fallado (y no del todo) ha sido el tema de las fiestas. Esta semana ha sido relajada, en plan tranquilo y reposado, y las fiestas oficiales, podríamos decir, que aún no se han materializado, aunque para eso nos bastamos nosotros solos, que ya montamos una dónde sea… sin excusa aparente.

Por el momento, me voy a ir despidiendo, y de nuevo será por otra semana. Con la publicación de la entrada anterior, yo aún no estaba de cuerpo presente, era otra de esas actualizaciones programadas. La de hoy, la que estoy concluyendo con estas líneas, es a tiempo real. Os prometo que estoy ante la pantalla, que aún no me he ido, y que antes de hacerlo, me pasaré por blogs ajenos a saber de vuestras vidas. Como ya hice esta semana, os dejaré otro par de cosillas interesantes que tengo en mente para entradas futuras, y así no dejo Yopopolin & reflections vacío y abandonado. Nos vemos, de nuevo, a la v
uelta.

5 de agosto de 2008

Sólo teníamos 15 años...

Solo teníamos quince años,
y ahí supe lo que sería,
dos corazones marcados,
para el resto de los días...

Eran maneras de vivir,
por un pedazo de sueño,
siempre que salgo a tocar,
me acuerdo de aquellos tiempos...

Sigo buscando la verdad,
cuando se rompe el silencio,
siempre que salgo a tocar,
me vienen esos recuerdos...

Yo ya no tengo solución,
se que te echare de menos,
yo nací para ser libre,
como el viento…

Esta es una de esas canciones especiales de tu vida, una de esas que te traen recuerdos, aunque no sea cuando sales a tocar… Me he quedado sólo con algunas estrofas, las que mas sentido tienen para mí… Disfrutadla, tanto como yo…


1 de agosto de 2008

Perdido, aislado...

…y otros muchos adjetivos que podría aplicar al estado en el que me encuentro. Mientras leéis estas líneas, yo estoy ausente, estoy perdido entre montañas, y aislado del mundo. Estoy en una pequeña parte del mundo en la que sólo hay cobertura en un pequeño rincón, en la que la conexión a Internet ni siquiera se plantea, y por tanto, un lugar en el que no podré actualizar el blog. Por eso he sido previsor, y he pensado en los miles de fieles lectores (ironía, por si no lo habíais notado… xD) con que cuenta Yopopolin & reflections, y por ello, antes de irme, os he dejado ésto.

Me planteé la posibilidad de darle un respiro al blog, durante una semanita, pero cuando descubrí la maravillosa herramienta de Blogger, con la que se pueden programar las entradas, únicamente cambiando la fecha de publicación, no dudé en utilizarla. Programé la publicación de este post, y así no estaréis huérfanos de reflexiones durante tanto tiempo… Yo no os podré leer hasta dentro de unos cuantos días, pero a la vuelta, prometo darme una vuelta (valga la redundancia) por todos vuestros blogs.

La verdad es que no tengo mucho que contar, y menos acerca de algo que aún no ha ocurrido. Me refiero a mi estancia en el pueblo, esa pequeña parte del mundo, de la que siempre hablo. Supongo que será un poco lo de todos los años: Ver a gente a la que sólo veo en verano, planear cientos de historias que luego nunca se cumplen, ir de fiesta por pueblos aledaños, aprovechar para salir hasta las tantas (o las mil y media, como prefiráis… xD) y luego dormir plácidamente la mañana, por supuesto dormir la siesta, que cada vez me van sentando mejor… y en definitiva: no hacer nada, pero hacerlo todo.

Para que os hagáis una idea de dónde estoy, os dejo también una foto panorámica de la cordillera cantábrica, al menos parte de ella, donde se sitúa mi añorado pueblo. Estas vistas están al alcance de todos aquellos valientes que se animen a escalar un enorme peñasco (conocido en aquellos lares como Peñanegra) y que se puede apreciar en el extremo derecho de la instantánea. Únicamente desde su cumbre podemos contemplar estas vistas.