29 de marzo de 2009

Down

Sin ganas, vengo a escribir como me siento. Mal. Sin palabras, no las encuentro.
Bajón. Cosas que pasan. Momentos.
Se junta todo lo que parece nada, y surge una montaña.

La vida sigue su curso, no espera por nadie. No me gusta darme cuenta de ello.
Y pienso, y siento. Cuesta abajo y sin frenos. Anhelos, desvelos.
Me da igual todo, salvo lo que importa… lo que quiero.

No entiendo. No es un estúpido sueño. Increíble pero cierto.
Preocupaciones, tormentos, deseos. Ver el vaso medio lleno, todo un reto.
No puedo. Despertar, un absurdo empeño. Lo intento.

Aquí abajo, pasa el tiempo, hasta que suba de nuevo.
Un impulso, un pequeño esfuerzo. Mañana empieza de nuevo.
Buenas noticias, mejores recuerdos. Todo en esta vida tiene remedio.
Te quiero.

27 de marzo de 2009

Recorriendo la ciudad...



Hoy por la tarde, que no tenía nada que hacer, me dio por salir a recorrer la ciudad, sin ningún destino fijo. Sin tener que ir aquí o allá, a hacer ésto o lo otro. Simplemente salí a pasear, a ver la vida, el movimiento, y la quietud de la ciudad. La verdad es que nunca había hecho ésto. Nunca había recorrido León, simplemente por el placer de saber que no hay un destino, que me puedo olvidar de mirar el reloj Recorrí la ciudad deteniéndome en cada esquina, descubriendo rincones, sintiendo incluso su palpitar, el de sus gentes, el de sus calles…

Mi primer destino fue un parque, en el que te puedes encontrar un pavo real detrás de ti en cualquier momento… En este lugar hay un pequeño estanque con patos, y pude ver a los ancianos dándoles de comer… qué estampa más tierna… Mientras, el pavo real más cercano intentaba hacerse ver, para que a él también le llegase un pedacito de pan… Estuve paseando por ahí un rato, hasta que decidí acercarme al río.

El río que cruza León de punta a punta está muy bien, porque tiene ambas orillas acondicionadas con un paseo, y carril bici, bancos, y numerosos miradores para deleitarte con la contemplación. Como decía una profesora mía, no es que estén los cauces acondicionados, es que el río esta alicatado hasta el techo… en fin… Me dediqué a empaparme del sol, que no nos durará mucho tiempo… a sentarme a escuchar el murmullo del agua al pasar… me paseé por los numerosos puentes que lo atraviesan, zigzagueando de orilla a orilla cuando me parecía, olvidándome de los coches y las calles, que rugían tan sólo unos metros más arriba, pero que eran imperceptibles para mi. Me senté a contemplar vidas. Es curioso ver como todo está en calma a tu alrededor sin nada destacable que te llame la atención, hasta que empiezas a fijarte en cada una de las personas. Una señora haciendo footing que ya venía casadilla, una mamá dándole el pecho a su bebé, qué bonito… unos niños correteando… y más gente como yo sentados en bancos o en la hierba con el único propósito de ver la vida pasar.

Luego me adentré en el centro… y aproveché para hacer unas compras… unos libros y unos discos muy baratitos… No iba a ser todo mera contemplación! Cuando acabé las compras, me fui al casco histórico, al barrio gótico…y en lugar de irme a la plaza de la catedral, o las calles por las que se suele ir de copas, me recorrí una calle por la que jamás había ido, es una especie de callejón que yo pensé que no tenía salida, pero resulta que si te metes por él, recorres toda la muralla, va alrededor de la misma, como un corredor encajonado entre piedras de miles de años.

Y no hice mucho más… pero tened por seguro que repetiré estas salidas en busca de nada para patearme la ciudad, mi ciudad. A veces, visitamos otras ciudades, lugares lejanos, y queremos conocer en poco tiempo todos sus rincones… pero luego no le prestamos la más mínima atención al sitio en el que vivimos. Utilizamos sus calles para ir de un sitio a otro; vemos sus monumentos, sólo porque nuestra mirada se topa con ellos; disfrutamos de lo que nos ofrece únicamente por casualidad, no por que nos paremos a contemplarlo. Así que desde aquí os recomiendo que un día cualquiera, salgáis a disfrutar de vuestra ciudad, esa gran olvidada que os acoge… y os dejéis seducir por las pequeñas cosas, los detalles, esos que no aparecen en las guías turísticas, y que aún nos quedan por descubrir…

24 de marzo de 2009

Cosas de mayores...

Salí de casa a toda prisa, como siempre, con el tiempo justo para llegar a la oficina. Atravesé el rellano y me dirigí corriendo al ascensor, pulsé el botón y esperé. “Rápido”, dije en voz alta, “que tengo prisa”… El ascensor, por supuesto, siguió su curso sin tener en cuenta mis súplicas; seguramente estuviese en el bajo, y subir hasta el décimo piso, le iba a llevar unos cuantos segundos que se me estaban haciendo eternos…

En mi espera, pude escuchar gritos en la casa de al lado. Parecía que los vecinos estaban discutiendo, cosa muy normal en los últimos días. Mis vecinos, Marta y David, son un matrimonio joven, bastante bien avenido hasta ahora. Son buena gente, muy majos los dos, aunque yo me llevo mejor con Marta, porque David es un poco seco, y apenas cruzamos palabra cuando nos encontramos. Tienen una hija, Daniela, una hermosura de niña de sólo 6 añitos, y más lista que el hambre.

El ascensor tardaba… ¿Dónde coño estaba? Al final voy a llegar tarde de verdad… Justo cuando el elevador llegó el décimo piso, una miniatura llamada Daniela salió de su casa hacia el colegio.

- Hola Daniela.
- Hola Héctor!
- ¿Dónde vas tu solita? – Pregunté en un alarde de originalidad.
- Al cole. – Respondió cabizbaja
- ¿Pero no te acompaña mamá o papá?
- No, están ocupados discutiendo. – Concretó, confirmando mis sospechas.

La verdad es que el colegio al que iba Daniela estaba al otro lado de la calle, así que supongo que ya era lo suficientemente mayor como para recorrer ese trayecto sola. Entre tanto entramos en el ascensor.

- ¿Puedo darle yo al botón? – Preguntó esperanzada.
- Claro!

Daniela pulsó el cero, con una sonrisa que iluminó su lindo rostro. Nos miramos sin decir nada, y permanecimos así unos instantes.

- Mis papás se van a separar. – Soltó de pronto.
- Daniela, no… - Balbuceé, mientras pensaba qué podía decir en semejante situación – No tienes por qué pensar eso.

Tenía sólo 6 años, era un comino, y me había dejado sin palabras con una única frase. De nuevo el silencio.

- Papá no soporta a mamá, y mamá dice que ya no está enamorada.
- Pero Daniela, eso son cosas de mayores, seguro que tus papás hacen lo mejor para ti.
- Papá dice que a mamá le gusta otro.
- Bueno, tú no tienes que preocuparte por esas cosas. – Contesté mirando el reloj.

Sin duda el ascensor tardaba demasiado en alcanzar el portal. Llegaba tarde y Daniela me estaba dejando fuera de juego. Al fin se abrió la puerta, qué viaje tan largo… Saludamos al portero, y salimos a la calle.

- Daniela, me tengo que ir a trabajar. – Le dije a unos metros del colegio.
- Vale.

Crucé la calle con ella, sin mediar palabra, y la acompañé hasta la puerta.

- Bueno, pues al cole. Yo me tengo que ir. Dales recuerdos a tus papás. – Concluí a modo de despedida.
- Vale. Mis papás también se acuerdan de ti. Eres tú el que le gusta a mamá, y papá siempre dice que te va a matar. Hasta luego Héctor!
- A… a…adiós.

22 de marzo de 2009

Ellas mandan

A estas alturas de la vida, cualquier ser vivo del género masculino, ya tiene claro que en este mundo mandan las mujeres. Ellas tienen la sartén por el mango, ellas llevan los pantalones, ellas ponen las reglas, y nosotros las cumplimos... Yo creo que es algo que todos los hombres tenemos asumido. Y lo creáis o no, ésto ocurre desde que nacemos. Las mujeres tienen ese sexto sentido, esa picardía, ese plus de perspicacia, que hace que estén un peldaño por encima de nosotros... El mejor ejemplo de ello, el siguiente video:

¿Acaso os quedaba alguna duda de que ellas mandan?
Aquí se ve claramente, por qué las mujeres dominan el mundo.
Chapeau.

19 de marzo de 2009

Aventura germana


He vuelto. Estoy de nuevo en España, tras pasar unos días en ese gran país llamado Alemania, con más de 1000 fotos en 6 días… todo un récord. En realidad sólo he estado en Berlín y en Potsdam, pero hablo de Alemania entera, porque verdaderamente lo que más me ha llamado la atención ha sido la mentalidad germana. Los alemanes.

Empezando por la ciudad, pues qué decir… que Berlín es simplemente maravillosa. Es perfecta para vivir, increíble, preciosa, llena de contrastes, que la hacen aún más atractiva si cabe. Está repleta de pequeños detalles, cosas que descubres en los rincones más insospechados, nimiedades que te hacen pensar que ojala ésto o lo otro existiese en España. Berlín lo tiene todo, salvo el tiempo que no acompaña demasiado. Al menos los días que yo he estado, fueron bastante grises, y nos llovió un poco algún día… no mucho, sólo chispeaba… Pero el tiempo, y la ausencia de sol, es de las pocas cosas que se le pueden recriminar. Tiene un sistema de transportes envidiable, el metro le da mil vueltas al de Madrid por poner un ejemplo, sin estaciones mastodónticas, ni gastos innecesarios, sin trenes circulando 4 tramos por debajo de la superficie… simplemente eficacia y rapidez.


Los monumentos, más hermosos de lo esperado: la increíble puerta de Brandemburgo, el sobrecogedor monumento al holocausto, más de 2700 bloques de hormigón que forman una suerte de cementerio moderno. Las catedrales: la catedral principal es la protestante, bellísima, aunque un poco sucia. Hay una catedral católica, y las catedrales alemana y francesa una frente a otra, con un teatro central en la misma plaza… todo impresionante!!
Os puedo hablar también de Potsdamer platz y el Sony center, una plaza cubierta con una especie de cúpula, uno de los lugares del moderno Berlín que me encantó… po
r no hablaros del Reichstag, con su espectacular cúpula de cristal diseñada por Norman Foster, y desde la que se ve toda la ciudad.
Y me queda Alexander platz, el ayuntamiento rojo, múltiples iglesias con un encanto especial, el barrio de San Nicolás, Checkpoint Charlie, los restos de muro que quedan por Berlín… así como una marca
en el suelo, por toda la ciudad, allá por donde discurría el muro… y tantas cosas que sería imposible si quiera enumerarlas, en tan poco tiempo y espacio.

En Berlín existe una abismal diferencia entre el oeste y el este. A mí el oeste me pareció fantástico. El este aunque me gustó menos, tiene su aquel. Es una zona de copas por excelencia, de cafés con encanto… pero me gustó menos por que está más descuidado. Aún así, la zona de Alexander platz me encantó; la casa ocupa, es muy singular también... En el este era donde teníamos el concierto de The killers, así que lo recordaré siempre. Otra de las cosas peculiares de Berlín son los semáforos… la mayoría son diferentes al resto del mundo, los muñecos rojo y verde para cruzar los peatones, son distintos, llevan sombrero… y es una de las señas de identidad de la ciudad, junto con el oso, por supuesto…

También estuvimos en Potsdam, una pequeña ciudad a pocos kilómetros de Berlín, y que fue todo un descubrimiento. Tiene innumerables monumentos en muy poco espacio, todos concentrados, lo que es idóneo para visitarlos en un sólo día: iglesias, palacios, castillos, y unos lagos y jardines increíbles…

El sábado fue el concierto de
los Killers, brutal! Con ropero y todo, jamás lo había visto… si es que estos alemanes están en todo. Comenzaron con Human para calentar motores, Spaceman para darlo todo saltando… Mr. Brightside fue la apoteosis, y Somebody told me, retumbó en toda la ciudad… Read my mind, para mí fue muy especial, y acabaron con la gran When you were young… grandes The killers, muy grandes!
En cuanto a la vida nocturna, nos movimos por los bares del este, visitamos la casa ocupa, que nos impactó bastante… y fuimos a un local muy chic de la ciudad, el Solar, un bar situado en la planta 17 de un rascacielos, desde el cual se divisa todo Berlín.

Y como no puedo contarlo todo, porque estos 6 días los hemos aprovechado a tope, y hemos hecho muchas cosas… creo que voy a ir terminando. Tras mi aventura germana, ha cambiado totalmente la perspectiva que tenia de Alemania y los alemanes: son supercivilidados, respetuosos, amables, cordiales… y eso que entender no entendía nada, si me hablaban en inglés era música celestial para los oídos… pero el ambiente que se respira es muy distinto al de España… yo diría que mejor en muchos aspectos. Me he enamorado de Berlín, me ha fascinado Alemania… un lugar donde todo está muy organizado, muy pensado… y donde todo funciona a la perfección… me he dado cuenta de que aunque España me encante, hay un mundo mejor más alla de nuestras fronteras…

14 de marzo de 2009

From Germany...

Aquí me tenéis, from Germany with love... pasándolo genial, y sin tiempo para escribir... Pero qué menos que unas líneas... unos versos y una canción. Como ya dije, hoy es el concierto de The killers, a las 20.00. Sólo unas horas y estaré disfrutando en directo de esta pedazo de banda.

Me despido ya, y acabo con Spaceman, una canción que me levanta los ánimos con sólo comenzar a oirla... imaginadme saltando como un loco cuando empieze a sonar ese oh oh oh oh ohoooohaaahh... Brutal!

9 de marzo de 2009

León - Madrid - Berlín

Hoy es el día. Esta tarde hago la maleta y me voy. Unos días alejado de la rutina y de las clases, unos días descubriendo una de las grandes capitales de Europa: unos días en Berlín.

Dentro de unas horas cogemos el tren hacia Madrid. Casi tres horas de viaje, por aquello de que a León no ha llegado el AVE, y muchas ganas de pasarlo bien en la maleta. Dormimos en casa de un amigo, en esa ciudad que tanto me gusta: Madrid, (modo ironía encendido…) y mañana temprano, cogemos el avión rumbo a la capital germana. Y una vez allí, a disfrutar! Tendremos una guía excepcional, una amiga que está de Erasmus por esas tierras, que espero nos descubra todos los rincones, de esa gran olvidada que es Berlín.

Estaré allí seis días, seis intensos días que además de para patearnos la ciudad, van a servir para ver en directo a uno de mis grupos preferidos: The killers. Tocan el sábado 14 de marzo en Berlín, y ya me estoy comiendo las uñas de las ganas tremendas que tengo.
Y lo demás, pues será todo hacer turismo puro y duro… de aquí para allá, intentando empaparme de todo lo que vea, que parece ser que no es poco. A pesar de que Berlín, no es de las ciudades más carismáticas del viejo continente, como son las típicas Londres, Roma o París, u otras con mucho tirón como Viena o Ámsterdam, tengo entendido que Berlín es una ciudad que tiene mucho que ver, mucho para dar a sus visitantes, una ciudad tranquila pese a sus dimensiones, sin el caos que se respira en otras grandes urbes como Londres, o el ejemplo más cercano, Madrid.

Berlín es una ciudad histórica, protagonista de momentos cruciales en la historia de la humanidad, momentos sórdidos, pero también otros de esperanza. La unificación de las dos Alemanias se ve reflejada en la puerta de Brandeburgo, uno de los símbolos de Alemania. Restos del muro de Berlín siguen en pie, y perdura esa diferenciación entre un Berlín Oeste, más elegante y señorial, y un Berlín Este más bohemio y artístico. Es una ciudad de contrastes, donde todas las razas, tendencias y formas de pensar tienen cabida. Un amalgama. Eso me gusta.

Durante los próximos días lo descubriré. Su historia, su cultura, sus costumbres, su gastronomía, sus monumentos, sus rincones pintorescos, su vida nocturna… en definitiva, intentaré conocer a fondo una de las ciudades más interesantes de Europa. A la vuelta prometo contar toda mi aventura en la capital germana, en una ciudad en la que según parece, es imposible aburrirse.

6 de marzo de 2009

Un juego de niños...

Acabo de ver una película que me ha dejado en estado de shock. Aún sigo dándole vueltas a la historia, a su final… Es una cinta diferente, original, sorprendente, emotiva… de esos films que al acabar, no sabes si te ha encantado, o por el contrario, piensas que te han tomado el pelo… Y por eso he venido aquí, a intentar aclararlo… aunque creo que es más bien lo primero.

La película es Quiéreme si te atreves, pésima traducción (una de tantas…) de Jeux d´enfants, un film francés estrenado poco después de Amelie, y que bebe de la fantasía de ésta cosa mala. Una vez asumido ésto, algo que queda claro a los tres minutos de metraje, la película se convierte en una novedosa historia de amor, que es de lo más sorprendente que he visto en mucho tiempo. Está claro que no estamos ante la nueva Amelie, pero durante algunos minutos, recuerda a esa pequeña gran obra de arte.
Pero si la película de Jean-Pierre Jeunet es una obra maestra, y supuso un antes y un después en la historia del cine, no se puede decir lo mismo de Quiéreme si te atreves. Tiene un final tan sorprendente, que aunque te lo dijeran al inicio de la cinta, no te lo creerías. Y ésto es parte de su grandeza, pero también un punto en contra, es lo que produce ese estado de shock del que os hablaba… y del que aún me estoy recuperando.

El argumento es de lo más curioso: dos amigos que se proponen retos a cada instante, Sophie y Julian. Ellos han diseñado las reglas de su propio juego, que sólo consiste en atreverse. Son capaces de todo, desde lo mejor a lo peor. ¿Pero serán capaces de reconocer que se aman? ¿Capaz o incapaz? Capaz.
Viven la historia de amor y amistad, más loca que se haya visto nunca. En realidad ellos dos están como verdaderas regaderas, y juegan con la vida, se juegan la vida, solamente porque se atreven a ello.

Los actores están francamente bien. La ganadora del Oscar Marion Cotillard, está simplemente perfecta, compartiendo la mayoría de los planos con Guillaume Canet, que también está muy correcto. Y el director, pues he de decir que no sabía mucho de él, pero ya en su debut, ha sido capaz de hacer un film inolvidable… parece que le hubiesen dicho "¿A que no te atreves a terminar así la película?" Y él contestó, "¿que no me atrevo? Verás si me atrevo…" Quizás por eso, expone también una especie de final alternativo, que invita a reflexionar.

Lo que está claro es que es una película que no deja indiferente a nadie, de las que con el paso del tiempo siguen perdurando en tu memoria… Tiene algo especial, pero no sabría decir qué es… Es un homenaje al amor eterno… un imaginativo y colorista retrato del juego del amor, que no deja de ser eso, un juego. Libres de cualquier convencionalismo, ellos juegan y juegan, y no pueden parar… viven su desquiciado amor de la manera más intensa posible, es un juego de niños, divertido, delirante y espontáneo, que les llevará a destinos insospechados.

Vivir, matar, morir, olvidar, herir, temer, engañar, destruir, perder, reír, llorar, callar, perdonar… ¿Qué serías capaz de hacer por amor?

4 de marzo de 2009

Quizá la vida sea ésto...

...Un siempre en el jamás...

¿En que consiste la vida? ¿Por qué merece la pena vivir? Quizá la vida sea ésto… quizá sea encontrar un libro cuyas hojas albergan una historia optimista, vital, conmovedora y tierna. Quizá sea reírte y emocionarte a partes iguales leyendo un libro… Quizá se trate de cambiar tu modo de ver la vida… Quizá consista en que te miren cuando estás enfrascado en la lectura, porque de pronto sueltes una carcajada incapaz de controlar… Quizá resida en no resistirte a llorar, en dejar caer las lágrimas sin miedo… Quizá sea disfrutar de un placer efímero, que dura lo que tardes en leer La elegancia del erizo.

La semana pasada terminé este libro, que había sido uno de mis regalos de reyes… Tardé en leerlo demasiado, porque la época de exámenes no fue fructífera en lo que a lectura se refiere… pero las ganas de retomarlo eran inmensas. Y tras acabarlo, no puedo hacer otra cosa que no sea recomendarlo.
La historia que nos presenta La elegancia del erizo, es un tanto atípica, pero no deja de ser un fiel retrato de la vida, de la muerte, de la soledad, de la esperanza, y la supervivencia. En sus páginas encontrarás muchas cosas, pero ante todo encontrarás belleza. La historia que teje Muriel Barbery, es todo un canto a la vida. Esta expresión puede resultar muy manida, pero en este caso, no hay otra que lo pueda describir mejor.

El relato se centra en la vida de Renée y Paloma, dos almas gemelas que no se conocen, pero cuyos destinos acabarán encontrándose. La primera, es la portera del edificio donde reside la segunda, Paloma, una niña superdotada de 12 años, que no le encuentra sentido a la vida, por lo que su máxima aspiración es suicidarse el día que cumpla 13 años. Con semejante planteamiento, ¿quién se puede resistir a esta historia?

A medida que pasamos las páginas, vamos viendo su búsqueda incesante del sentido de la vida. Las dos protagonistas luchan por encontrar un lugar en el mundo, un resquicio de luz en una vida llena de sombras… Hasta que al fin, se produce el esperado encuentro entre estas dos amantes de las pequeñas cosas, que harán del mundo un lugar mejor, cuando sus caminos se crucen.

La elegancia del erizo, nos deja momentos memorables, frases que no caerán en el olvido, y que al menos en mí, siguen provocando sonrisas únicamente con su recuerdo… Nos deja un buen sabor de boca, un mensaje esperanzador; nos descubre un nuevo mundo, la belleza hecha palabra. Y no deja de repetir entre sus páginas… que quizá la vida sea ésto: Buscar la belleza del mundo… Un siempre en el jamás…

2 de marzo de 2009

Un sueño de dos...

Caminaban por la ciudad sin rumbo fijo ni dirección. Laia y Samuel paseaban por las calles, sin saber adonde les llevarían sus pasos, sin percatarse de lo que ocurría a su alrededor, viviendo en un mundo sólo para dos.
Hablaban sobre cosas triviales, se reían sin motivo aparente, se entendían… y siempre había sido así. Laia y Samuel eran amigos, eran cómplices, no les hacía falta decir nada: sonrisas, miradas, sobran las palabras…
Un día se amaron, ahora solamente se quieren. En el pasado se lo dieron todo, pero la vida los separó; y aunque se compenetraban, eran muy diferentes y ambos lo sabían. Por eso se acabó.
Pese a todo, los dos se seguían teniendo muy presentes, contaban el uno con el otro incondicionalmente, había algo especial, de esas cosas que no se pueden explicar. Sabían que la vida se la había jugado, y de algún modo, ambos tenían una cuenta pendiente con su mayor enemigo. El destino.

Al cruzar un puente, se detuvieron advertidos por la luz rosada del atardecer, y se apoyaron en la barandilla a contemplar el ocaso. El río a sus pies, y en el horizonte las montañas donde se conocieron, las que les vieron crecer, dibujaban una silueta incomparable, mientras el sol se intentaba esconder. El cielo se tiñó de rosas y morados, y en ese instante sus miradas tropezaron. Una sola palabra se escapó de los labios de Samuel: bésame.
Laia le miró, sin comprender, y sin apenas darse cuenta, se fundieron en un beso eterno, un beso especial, dulce como el chocolate, distinto a todos los demás, que apaciguaba el deseo que les consumía por dentro. No había nada que decir, no había tiempo para hablar.

Sin saber cómo llegaron hasta allí, Laia y Samuel se encontraron abrazados en una bañera en plena ebullición. La luz parpadeante de las velas que les rodeaban, eran el marco perfecto para tenerse el uno al otro. Inmersos en el agua cubierta de pétalos de rosa azules y verdes, nadaban en un mar turquesa dando rienda suelta al amor. Samuel reposaba en la bañera con Laia sobre él, enredados bajo el agua, cuerpo sobre cuerpo, piel con piel…

Salieron del baño y cubrieron su desnudez con un par de albornoces blancos. Samuel le vendó los ojos a Laia, y depositó otro beso dulce en sus labios… Ella esperó, hasta que Samuel le indicó que retirase la venda que ocultaba su mirada, y a la luz de las velas, distinguió un camino de pétalos azules, que esta vez formaban una suerte de río que emanaba a sus pies. Avanzó sobre los pétalos, a medida que la penumbra acariciaba su piel… El río desembocaba en otro mar azulado: una cama cubierta por completo de pétalos, otro océano en el que zambullirse los dos… Laia se detuvo ante la cama, y notó un beso en el cuello, un suave roce que le hizo estremecer. Apartó su pelo, mientras el albornoz se deslizaba por su piel, hasta que cayó a sus pies… Los dos querían ahogarse en su mar, en ese océano de emociones, necesitaban su calor, devorarse en un rincón…
Laia y Samuel se amaron flotando en ese mar de pétalos, sin pensar en el mañana, disfrutando de los segundos que les concedía el reloj… sin saber si hacían bien o mal, simplemente entregándose a lo que sentían en ese momento, queriéndose, acariciándose con manos ardientes y temblorosas, insaciables de calor…
Durmieron abrazados, bajo la misma sábana, compartiendo cada respiración, latiendo al unísono su corazón. Laia fue la última en cerrar los ojos, y lo hizo con una sonrisa en los labios, pensando en que lo único que importaba, es que estaban juntos en ese instante.

Poco después Laia se despertó. Aún era de noche, y pese a la oscuridad que la envolvía, vislumbró la cruda realidad. Samuel no estaba, el mar de pétalos en el que se había sumergido era tan sólo un sueño alentador. Estaba en otra habitación, sola, perdida… Se tocó los labios, y pudo percibir aún el sabor del chocolate. Comenzó a susurrar su nombre en la oscuridad: Samuel… Pero sabía perfectamente la respuesta: El silencio.
Le llamó más fuerte, se negaba a alejarse de él… Cuanto más débil era el recuerdo, más gritaba en el silencio… La voz de Laia invocando a Samuel retumbaba en la habitación, mi nombre se oía cada vez más claro, incluso pude sentir sus labios en mi mejilla, su mano acariciando mi rostro, y su voz que no paraba de reclamarme.

Al fin comprendí, que en este sueño no era un mero narrador, éste era un sueño de dos.
Me desperté. Seguía envuelto en ese mar verdeazulado de pétalos de rosa… Laia estaba a mi lado, susurrando mi nombre, acariciando mis labios. Me besó. Esta vez nosotros le ganamos la batalla al destino.
– Pensé que te perdía. – susurró Laia – Soñaba con esta noche, creí despertar y ya no estabas. Te tenía y te perdí.
– Lo sé. – dije tomando su cara entre mis manos – Pero estoy aquí, y ésto no es un sueño.

La abracé. Nos fundimos en un abrazo que significaba un mundo para los dos. Dejé que esas fueran las últimas palabras que saliesen de mis labios, aún teniendo la certeza de que el destino nos llevaría, de nuevo, por distintos caminos. Pero ahora estábamos juntos, fundidos en ese abrazo eterno sin importar los segundos que quedasen por vivir… Porque mientras lo vivimos, yo también fui feliz…

Relato inspirado en sueños ajenos.
Gracias Laia, por cederme los derechos.