28 de junio de 2009

Crazy

Ya lo tengo prácticamente asumido. Estoy mal de la cabeza. Es algo que vengo observando desde hace unos cuantos años, pero creo que cada vez voy a peor. Estoy loco, no de remate, pero loco al fin y al cabo. Aún no he llegado a extremos preocupantes (aunque no lo descarto), del tipo de ir matando por ahí a la gente, o ir por la calle sin pisar las rayas de las aceras como Jack Nicholson en Mejor imposible. No, a tanto no llego. Por el momento no tengo ningún trastorno obsesivo-compulsivo, ni de personalidad múltiple, ni nada que se le parezca. Pero muy bien de la azotea no ando.
Muchas veces actúo sin pensar, y luego, recapacitando, digo: “Pa´ habernos matao”. Pero bueno, aquí sigo, intentando calibrar locuras y responsabilidad.

Por otro lado, desde siempre he hecho cosas anormales, digámoslo así. Algunas, parecen ser bastante comunes entre la gente supuestamente “normal”, como hablar solo (que lo hago mucho), reírme sin motivo aparente en medio de un absurdo silencio (me sucede con más frecuencia de la que quisiera), reflexionar sobre cuestiones que sólo se me ocurren a mí, y cuando las suelto, efectivamente me dicen “eso sólo se te ocurre a tí”. Por no hablar de mis manías, que no voy a entrar de nuevo en ellas, porque muchas ya han salido a relucir aquí.

Otras muchas de estas anormalidades que me caracterizan jamás las he contado, por miedo a la carcajada general de la parroquia, y así va a seguir siendo… pero son excentricidades elevadas a su máximo exponente, quizás rondando alguna patología seria… bah, no, ahí igual soy un poco exagerado… o no… Miedo me da contarle todo esto a un experto en la materia, y que me mande derechito al manicomio…

Es sólo cuestión de aceptarlo como algo intrínseco a mi persona, algo más que me caracteriza como el color de los ojos, o la longitud del pene. Sin más. Mi locura esta ahí, y yo no puedo cambiarlo. Así que intentaré sacarle el máximo partido hasta cierto punto, y cortarme un poco cuando parezca que me salgo del tiesto, que últimamente es muy a menudo. Loco sí, pero sensato, también!

25 de junio de 2009

Sigue nadando...

Desde que la vi por primera vez, se convirtió en una de mis películas favoritas. Tiene un encanto especial, un humor desbordante, unos diálogos para recordar, y uno de los personajes más carismáticos de la historia de la animación. Os estoy hablando de Buscando a Nemo, y por supuesto de Dory. Ese pequeño pececillo sin memoria, que se come la pantalla cada vez que mueve las aletas.

Es uno de esos personajes que, como Wall·E, o como Scrat de Ice Age, o el asno de Shrek, se hacen la película ellos solitos. Yo me declaré fan acérrimo de Dory desde el primer segundo que aparece en pantalla. Sus ojitos desmemoriados, su disparatada simpatía, sus colores vivos, sus expresiones, su buen hacer con los idiomas (¡y lo bien que habla balleno!) y sobre todo su voz, hacen que sea única; porque si algo hay que destacar, es la labor de Anabel Alonso en el doblaje, que hace que el personaje crezca muchos enteros, no como suele ser habitual, que los doblajes en el cine dejan mucho que desear.

Os dejo los mejores momentos de Dory en Buscando a Nemo, con el único propósito de que esbocéis una sonrisa, que no es poco. Yo cada vez que oigo este diálogo, teniendo en cuenta que lleva buscando a Nemo toda la película, es que me parto:

- Yo soy Dory.
- Yo Nemo.
- Nemo!! – exclama sorprendida - Qué nombre tan bonito!!

22 de junio de 2009

Ambientólogo

Eso es lo que seré algún lustro de éstos, con un poquito de suerte. Ambientólogo, o también ambientalista, o Licenciado en ciencias ambientales, en medio ambiente, o como queráis llamarlo. El caso es que hay cientos de formas de decirlo, pero sólo una está extendida en el gremio: Ambientólogo.

Con mi carrera pasa algo extraño. Estudiamos cinco años para que al final siempre te acaben preguntando “¿Y eso para qué sirve?” “¿Y cuando la termines que vas a ser?” Otras carreras lo tienen muy fácil. Una persona que estudia biología, será un biólogo al cabo de cinco años. Si estudias psicología, serás psicólogo. Lo mismo un filólogo, veterinario, ingeniero… Todo claro.
Pero con mi carrera, al ser relativamente nueva, sigue planeando la duda del nombrecito: ¿Cómo coño llamamos a estos pobres infelices que estudian el medio ambiente?

El caso es que uno está harto de que le llamen de todo, menos lo que le tienen que llamar. Y cuando dices que vas a ser ambientólogo, la gente sin ningún tipo de reparo te contesta: “Anda, eso te lo estás inventando” “¿Pero eso existe?” Y lo que más me jode, es que tienen razón. Es una palabra que, a día de hoy, no figura en el diccionario, pero su uso está más que extendido en la comunidad universitaria, y debería incluirse cuanto antes, para que todos los que no tenemos nombre aún, seamos reconocidos bajo una denominación.

Por eso, mi sorpresa fue mayúscula, cuando vi que ambientólogo es el vocablo más votado en la web que busca la palabra más bonita del castellano. Esa página es “El día E”, que en su intento por encontrar la belleza hecha palabra, ha creado una categoría llamada “Ficcionario”, para votar aquellos términos que no están incluidos en el diccionario, pero que deberían estarlo.
Y ambientólogo está ahí, no por su especial belleza, ni su peculiar sonoridad o ritmo… sino por una masiva reivindicación de muchos de nosotros, que nos sentimos huérfanos de nombre. Lo más alucinante de todo, es que a día de hoy es la más votada de todas las palabras, con más de 700 votos.

Resulta asombroso ver la unión de todos los ambientólogos de España, que estamos hartos de que no se nos trate o denomine como nos merecemos. Esperemos que con esta iniciativa, y si al final dicho vocablo resulta ganador en la categoría de palabras de ficción, se nos incluya definitiva y oficialmente en el diccionario de la RAE. Os animo a todos a que votéis, y con un solo clic, apoyéis a un colectivo que únicamente trata de reivindicar su ficticio nombre. Ojala sirva para algo.

19 de junio de 2009

Disconnected

Tal vez nunca hubiese ocurrido esto, si yo hubiese tenido un poco más de paciencia con él, pero es que estaba tan cansado de que me tomara el pelo, que tuve que hacerlo.
Últimamente, todos los días eran igual, la misma historia. Hacía lo que le daba la gana, siempre me dejaba a medias cuando más lo necesitaba, ya no me hacía caso, y a mí eso me enfurecía tanto, que perdí los papeles, e incluso hubo gritos y golpes. Así que, no me quedó otra opción.

Hasta estas últimas semanas en que todo se truncó, yo lo quería mucho, tenía pasión por él. Habíamos disfrutado mucho los dos juntos durante todos estos años, me había dado lo mejor de él, me había sacado una sonrisa en momentos bajos, me había hecho olvidarme de los problemas, y siempre estaba ahí cuando lo necesitaba, sumiso y dispuesto. Yo le había respondido del mismo modo, tratándolo con cariño, mimándolo… Era como si estuviésemos conectados el uno al otro, yo no podía vivir sin él. Pero llegó un momento en que se volvió loco, ya no estábamos en la misma sintonía, y su comportamiento colmó mi paciencia.

Al final, no tuve otra elección. Tuve que liquidarlo. Y en este momento, cuando estoy deshaciéndome de sus restos, ya lo estoy echando de menos. Pero ahora no hay vuelta atrás. Ya nunca volverá, y sólo me quedan los buenos ratos que viví junto a él… lo demás, lo malo, quiero olvidarlo. Espero que él, allá donde vaya, no me guarde rencor por lo que he hecho. Porque aunque yo ya me haya enamorado de otro y esté en casa esperándome, todo esto fue culpa suya, porque él fue el que empezó a fallar, y a mí no me quedó más remedio que comprarme un nuevo televisor. Me espera un plasma en el salón.

16 de junio de 2009

No idea

La verdad es que hoy no tenía ninguna idea para escribir un nuevo post, así que supongo que no habrá un título mejor que éste. Pero aquí me tenéis, dejándome llevar por el soniquete del teclado, a ver qué entrada sale. No prometo nada. Pero quizás sean éstas, las que se habla de todo sin decir nada, las que más definan a uno, ¿no creéis?

Bueno, el caso es que ya llevo un párrafo y como habréis podido comprobar no hemos sacado nada en claro. A medida que leáis estas líneas os daréis cuenta de que estáis perdiendo vuestro maravilloso y preciado tiempo, pero qué le vamos a hacer, tiene que haber de vez en cuando alguna entrada mala, para que valoréis la calidad del resto de este grandioso y aclamado blog.

Vale, pues ya van dos párrafos completos… pero dejémonos de tonterías, os voy a contar algo. Nada del otro mundo, no os penséis…
Resulta que hoy acabé los exámenes, por fin! Y ahora ya estaré más relajado, y podré hacer más cosillas de las que me apetecían tan sólo hace unos días, y que no podía siquiera plantearme. Pero como ya dije aquí, ahora es cuando las ideas se van (como ya ha empezado a ocurrir en este post), cuando estoy adormilado todo el día, cuando el puñetero tiempo libre me la vuelve a jugar. En fin, es ley de vida…
A lo que iba, que el examen de hoy fue de risa… Fue como una broma; nos preguntaron tales bobadas que yo cuando lo vi me cagué en tó, quería que me preguntasen todo lo que me había estudiado, qué coño! Sí, lo admito, lo quería más difícil, para justificar mis horas de estudio al menos, porque lo que hice hoy en el examen, lo podía haber hecho sin haber estudiado nada. Eran típicas preguntas que te las sabes de ir a clase, o que son de cajón… y todo lo que estudié ¿para qué sirve? Me consolaré con eso de que el saber no ocupa lugar…

A partir de ahora, entre siestas y ratos muertos, podré sacar algo más de tiempo para el blog, confiando en que vuelvan las musas y se me ocurran nuevas ideas, que lo de hoy no es ni medio normal.
Doy por finalizado el post de hoy. Muy mediocre, lo sé. Pero es que os tengo muy mal acostumbrados… xD

12 de junio de 2009

¿Antiestrés?

Me he comprado una bola antiestrés, la famosa e inútil bolita antiestrés. Llevo tan sólo unas horas con ella, y ya estoy empezando a dudar de su eficacia.
Nunca había probado yo este sistema para, supuestamente, liberar tensiones, y os digo desde ya, que es un cuento chino como otro cualquiera… por lo menos en los ratos en que me he afanado en manosearla, no he notado ningún alivio a mis pesares de universitario de a pie, y de hecho, lo único que ha conseguido es ponerme más nervioso.

El sistema es más simple que el mecanismo de un chupete; consiste en una pelotita (la mía de color rojo, para más señas) a la que puedes comprimir, apretar, y estrujar hasta hartarte, que siempre recupera su forma.
Yo creo que todos hemos tenido una de éstas en las manos alguna vez… Incluso yo, antes de adquirirla esta mañana, había probado alguna prestada, pero hoy ya puedo confirmar que no sirve para nada. Bueno sí, para que se te canse la mano, o igual es que yo soy muy bestia y debería estrujarla menos, que también puede ser, pero mi pensamiento es que cuanto más aprietes, más estrés te quitarás de encima, ¿no? Vale, pues no.

Hasta el momento, sólo me ha servido para pasarme minutos y minutos sin hacer nada, intentando reducir el tamaño de la maldita pelota al máximo, retándome a mí mismo para ver cuánto soy capaz de aplastarla. Y va bien la cosa, cada vez logro reducir más su tamaño, de modo que en algunas ocasiones he llegado a apretarla tanto que, una vez cerrado el puño, ni siquiera se ve y parece que no tuviese nada en la mano. ¿Habéis odio hablar de apuestas tontas? Pues ésta es una más. Y lo peor es que es conmigo mismo, y no me juego nada. Pero cuando la tengo en mi mano, sometida e imperceptible, tengo un orgullo y una satisfacción, que ni el rey en nochebuena.

Por cierto, cada vez me llama más la atención la de párrafos que puedo llenar hablando de bobadas, de una bola! Tiene pelotas la cosa… (oops, ésta no la había preparado, xD).
En resumen, que la bolita de las narices lo único que provoca es que pierda el tiempo. Y que en vez de estudiar, me dedique a apretar objetos inanimados, sin criterio ni razón. Se acabó la pelota. Un día me duró.

9 de junio de 2009

Midnight kiss

Hace unos días vi una película que me conquistó en tan sólo cinco minutos, y como esta temporada no ha habido ninguna Pequeña mis sunshine, ninguna Juno, la catalogo desde ya como la joya indie del año.
Con un planteamiento de lo más original, y unos diálogos frescos y divertidos, Buscando un beso a medianoche (que así se titula) es una de las películas que más he disfrutado en los últimos tiempos.

Buscando un beso a media noche recuerda a las ya célebres Antes del amanecer y Antes del atardecer, es decir, dos personas que tienen una relación fugaz que les marcará para siempre. Pero en este caso, el guión está teñido de un humor brutal, unos diálogos sublimes, y algunas escenas memorables… todo ello al servicio de unos personajes heridos que buscan simplemente no estar solos y sentirse queridos. La película va más allá del puro amor y el romanticismo, que quizás edulcoraban demasiado tanto Antes del amanecer como Antes del atardecer. Aquí romanticismos los justos; lo que hay, sin embargo, es mucha sinceridad.

Es una historia distinta. Los protagonistas lo único que quieren es tener compañía la noche de fin de año, poder besar a alguien en ese momento, y cumplir con la tradición americana que vemos todos los años desde este lado del charco. Para lograrlo, se registran en una página de contactos en Internet, quedan para conocerse, y ahí viene uno de los momentos más hilarantes del film: El momento de la cita a ciegas, en el que él descubre a la que parece una niña caprichosa y cruel; y ella, a un perdedor que siente apatía por todo lo que le rodea. Pero durante esa tarde descubrirán que nada es lo que parece, y que juntos pueden huir de su soledad, recorriendo las calles de Los Ángeles, riendo en el metro, olvidando el ayer en las luces nocturnas de la ciudad.

Así que, si tenéis la oportunidad, no dejéis de ver esta película. Es maravilloso encontrarte de vez en cuando con una joyita como ésta, y comprobar que para hacer buen cine, no hace falta un enorme presupuesto, sólo se necesita una buena idea, unos actores que hagan bien su trabajo, y un mejor guión.
Si con esto no os he convencido, os dejo la tronchante escena de la cita a ciegas, que seguro que es el estímulo definitivo para que corráis a verla.


6 de junio de 2009

¿Cómo llegan aquí? Vol.2

Ha llegado la secuela más esperada del año. Tras el éxito arrollador de ¿Cómo llegan aquí? Vol.1, por fin en vuestras pantallas la segunda parte.
Hace ya unos meses que recopilé aquí, las múltiples formas que tienen de encontrarme los internautas en el buscador de Google, (los que no lo leyerais, hacedlo, no tiene desperdicio…) pero no habían sido suficientes, y me he decidido a prolongar vuestras carcajadas. Las nuevas sandeces son las siguientes:

1. “Tengo pensamientos todo el día”
Vaya por dios, que sufrimiento eh… créeme que Google no te lo va a solucionar… ¿Querías saber si te pasa algo raro? Tranquilo, pensar es lo más normal del mundo.
2. “Qué es hipo continuo”
La misma palabra lo indica: hipo continuo.
3. “Chochitos reducidos”
Sin comentarios… bueno sí, ¡qué coño! (o ¡qué chochito!, a elegir...) ¿Cuándo he hablado yo de chochitos?
4. “Que quiere decir los labios carnosos”
Pues no sé, ¿acaso tiene un significado especial? Si te refieres al de la RAE, búscalo en el diccionario y déjame en paz…
5. “Semáforos con sombrero”
Si no hubiera estado en Berlín, pensaría que el que escribió esto estaba pa´allá… pero aún así, explícate mejor, que Google no te entiende!
6. “Personas mayores encogen”
Sí, es ley de vida… Al menos éste pone sólo las palabras clave…
7. “Aprender orinar sentado”
A ver, yo te lo explico: es muy sencillo, te bajas los pantalones, te sientas, y meas. El paso crucial es bajarse los pantalones, no vale con bajarse la cremallera, sacar el pajarito y sentarse… puedes correr riesgos innecesarios…
8. “Calzado reflection”
Tócate los pies, nunca mejor dicho… No sé, no la entiendo…
9. “Quiero comer por la patilla”
Sí, yo también, pero al buscador no le vale con que pongas tus sentimientos, emociones o deseos…
10. “Reflexión tortilla de patata”
Vale que está muy buena y tal, pero de ahí a reflexionar sobre ella, hay un trecho…

Conclusión: ¿Qué tipo de gente me visita? Esperemos que con el siguiente volumen de ¿Cómo llegan aquí?, podamos confirmar que son, al fin y al cabo, personas normales que no saben usar el Google… Lo dicho, esperemos…

2 de junio de 2009

Spare time

Una de las cosas que más me molesta del ser humano, y por ende de mí mismo, es que siempre quiere hacer las cosas cuando no debe, cuando no puede. No deja de ser una contradicción, que cuanto menos puedo hacer algo, más me apetece hacerlo. Estoy hablando del tiempo libre, ese bien tan deseado muchas veces, y aborrecido otras, porque al final siempre nos terminamos aburriendo.

Ante todo, señalar que yo prefiero lo segundo, es decir, prefiero tener tiempo libre y aburrirme, que no tenerlo. Pero ahora que ando con el tiempo justo, ahora que estoy liadísimo estudiando los finales y rematando informes, es cuando más echo de menos tener todo el tiempo del mundo para hacer lo que quiera. Vale, sí, ya sé que no os descubro nada nuevo… pero me revienta que ocurra esto.

Porque es ahora y no después, cuando me apetece salir, cuando tengo ganas de un cine, o de dormir la siesta; cuando quiero escuchar música, cuando los libros me llaman para que los lea, y los empiezo y me enganchan… que eso es lo peor: justo encuentro libros buenos en este momento… Y ahora es cuando más quiero escribir, cuando se me ocurren ideas, cuando vienen las musas…
Pero no, la injusticia que domina el mundo hace que no pueda, que tenga que centrarme en pulir los codos, y que se me canse el dedo de tanto cliquear para terminar trabajos. Ains, que asco más grande!
Porque es ahora cuando necesito tiempo libre, pero no sólo un momentito para despejarme, no! Lo quiero todo! Todo para mí!

Pero tranquilos, ya sé como va la historia… ahora me tengo que joder y aguantar (lo que viene siendo ajo y agua de toda la vida), porque por mucho que ruegue no lo voy a tener… Y cuando todo acabe, estaré feliz, porque por fin podré hacer lo que me dé la gana.
Aunque también pasaré alguna tarde aburrida, en la que no tendré plan. O alguna noche viendo la tele muerto del asco, porque aunque se me antojara ir al cine, las películas en cartel serán una mierda. También habrá días en los que estaré aplatanado y no me apetecerá ni dormir, ni escuchar música, ni leer… y lo mejor será que si me da por empezar algún libro no me gustará… Tampoco tendré ganas escribir, las musas se habrán ido de vacaciones (no las culpo…) y al final, me aburriré.

El tiempo libre es lo que tiene. Que no es eterno. Y precisamente cuando es duradero, es cuando deja de ser tiempo libre y pasa a ser aburrimiento. ¿He dicho algo coherente? Sí, creo que sí… pero no deja de ser una mierda…