30 de octubre de 2009

Cuando habla el corazón...

Al verla por primera vez ya supe que la quería, que sería la mujer de mi vida. La limpia oscuridad de la noche nos envolvía, y únicamente la luz de nuestras habitaciones iluminaba el insondable patio que nos separaba.
Su ventana frente a la mía, y las cortinas descorridas, cuando apareció su inolvidable silueta. Jamás la había visto, pese a que presumiblemente vivía en el edificio de al lado. Caminaba de un lado a otro de su habitación, mientras se soltaba su rubia melena. Me quedé embobado. Apenas tendría veinte años, y atesoraba en un solo ser toda la belleza del mundo.
Ella reparó en mi presencia, sonrió, y en escasos segundos cerró las cortinas, bajó la persiana, y apagó la luz. Hubiese jugado a ser trapecista, me habría arriesgado a cruzar sin red por las cuerdas de tender la ropa que iban desde mi ventana a la suya, tan sólo por verla un instante más.
Esa noche no pude dormir. Había constatado que existen los flechazos. La había visto unos segundos y tenía la certeza de que estaría siempre a su lado.

A la mañana siguiente me desperté pensando en ella, e instantáneamente abrí la ventana de par en par. Ella no estaba. Sus persianas bajadas. Me disponía a dar media vuelta, cuando lo vi. Allí, ondeando al aire, como un banderín que me señala el camino, un papel prendido con una pinza a la cuerda de la ropa. Lo cogí, tembloroso y eufórico al mismo tiempo, y me sorprendí al comprobar que lo único escrito era una dirección de correo electrónico. En un santiamén encendí el ordenador, y la agregué a mis contactos. La mensajería instantánea podía ser mi salvación.
A los pocos minutos un austero “hola” en la pantalla, me atravesó el corazón. Alicia me estaba hablando, ahora sabía su nombre. Eché un vistazo por la ventana y la vi al otro lado del patio, sentada frente al ordenador, con su sonrisa celestial, su pelo al viento hipnotizándome, y su manita de terciopelo saludándome. Definitivamente me había enamorado.

Así pasaron las semanas. Hablando todos los días a través de Internet durante horas, viéndonos a pocos metros de distancia, pero alejados por la longitud del abismo que dibujaban nuestras ventanas.
Nos lo contamos todo. Nuestras solitarias vidas, nuestras tristes dificultades, nuestras virtudes y nuestras flaquezas. Nos compenetrábamos al máximo. Lo que a mí me faltaba, ella lo tenía. Lo que ella no podía abarcar, yo se lo daba.
Le insistía cada día para que quedásemos, y así poder sentirla y abrazarla. Pero ella sostenía que se perdería la magia y que era mejor así. En realidad, lo único que ocurría era que el miedo la superaba. Pensaba que yo no soportaría su situación, y que dejaría de quererla por ello. Para mí eso no suponía ningún problema, más teniendo en cuenta que yo era como ella. Nadie podía entenderla mejor que yo. Siempre le decía que cuando habla el corazón no hace falta decir nada. Y escuchar al corazón es más fácil que escuchar a las palabras.

Después de varios meses, Alicia accedió, y por fin nos vimos sin distancia de por medio. Quedamos en su portal. Nos dijimos “hasta ahora” a través del chat, y nos decidimos a salir de nuestras casas al mismo tiempo. Corrí escaleras abajo para abrazarla cuanto antes. Salí de mi edificio y en seguida me planté en su puerta. Su sombra se perfiló tras el cristal, y después de unos segundos interminables, abrió. Nos cogimos de la mano, y nos besamos. Le dije que la quería como a nadie en mi vida y, aunque yo no habría oído su contestación, ella no respondió. Nunca lo haría. Tomó mi mano y la puso sobre su pecho. Me lo dijo su corazón.

27 de octubre de 2009

Limbo

No sabía lo que era el Limbo, pero había jugado cientos de veces. Hacía años que no lo practicaba, pero cuando te encomiendan la ardua tarea de entretener a tu primos, dos fierecillas de una decena de años, sin la Wii ni la Play station a mano, ¿Qué haces?
Yo empecé por llevarlos de paseo, y mientras ir esclareciendo algunos aspectos de vital importancia para su futuro (por ejemplo, con qué edad se pueden hacer el Tuenti, y otras cuestiones fundamentales). Luego echamos unas carreras (típica estrategia para que se cansen cuanto antes y que estén un rato sin trastear) y cuando se me agotaron las ideas, nos pusimos a jugar al Limbo. Sí, lo conocéis seguro. Resulta que se llama así al juego de poner una barra o vara, y pasar por debajo de ella.

A nosotros nos sirvió el palo de una escoba como barra. La colocamos sobre distintos útiles de jardín, y nos pusimos a jugar tras explicarles en qué consistía (porque los sacas del Wii music y el Guitar hero, y están más perdidos que un pedo en un jacuzzi). Hombre, la cosa no entraña una gran complicación, así que lo pillaron a la primera (que otra cosa no, pero mis primos, listos son un rato, tienen a quien salirse, claro). Estuvimos jugando hasta que se cansaron (15 minutos contados), y enseguida dijeron la temida (por mí) frasecita de: “¿Y ahora que hacemos?”. Como si fuera yo una fuente inagotable de ideas para pasar la tarde con un par de renacuajos.

En resumen, que una tarde de niñero
(no sé si existe dicha palabra en masculino) me ha servido para mucho. He podido reflexionar sobre algunos aspectos, y he obtenido reveladoras conclusiones:
  • La primera es que los niños de hoy en día no saben ser niños. No saben qué hacer cuando están alejados de sus respectivas videoconsolas. Se sienten indefensos y perdidos sin un aparato electrónico entre manos. Esto implica que se aburren de todo, y se cansan enseguida… y hablo también de cansancio físico, ¿Cómo es posible que siendo tan jovenzuelos, y estando frescos como lechugas, se cansen ellos antes que yo? Teníamos que parar a descansar cuando la carrera duraba más de dos minutos.
  • La segunda es que he comprobado que el Limbo se me da bien. Soy capaz de doblar mi cuerpo en forma de L, hasta niveles desconocidos. ¿Esto puede tener alguna repercusión en mi futuro? ¿Será una cualidad de peso en mi curriculum? Supongo que dependiendo del trabajo que busque…
  • Y por último, sin duda la más importante, es que he certificado que me gustan los niños, de acuerdo, y además no se me da mal lidiar con ellos (Los pobres funcionan por un sencillo sistema de acción-reacción fácil de controlar, al menos, en edades tempranas) pero llegado el momento no sé si aguantaría a los míos propios durante treinta largos años (o más…) hasta que se emancipen. Prefiero disfrutar (a ratos) de los hijos de los demás.

23 de octubre de 2009

Living soul

Hubiera preferido no ir, pero no me quedó más remedio. Ya no me valía por mí mismo, y me tuvieron que peinar, vestir y calzar. Me dejaron hecho un pincel, pero esa parafernalia no iba conmigo, y a pesar de ello, no tuve fuerzas ni para protestar. Me resigné ante el traje, la corbata y todo lo demás. Tenía que estar elegante en mi funeral.

20 de octubre de 2009

Fall... in love!

Y llegó. Meció las ramas de los árboles y una alfombra rojiza cubrió los adoquines. Bailaron las primeras hojas, en una danza perpetua sobre nuestras cabezas. El aire enfureció, y se convirtió en ese viento que huele a humedad.

Y las noches se hicieron largas, y los días se acortaron. Dormimos agustito bajo el edredón. Nunca falta la manta en el salón. Nos frotamos las manos, y dejamos que nuestro aliento las temple a cada rato.

Y el frío nos despertó por las mañanas. Olvidamos las chaquetas para coger los abrigos. Cafés y chocolates calentitos. Los cielos se cubrieron de gris. Cayeron las primeras gotas, y los hongos brotaron de la tierra. Paseamos bajo el paraguas mientras tomamos castañas asadas.

Por fin está aquí el período del año más mágico y especial. Colores, aromas y sabores combinan a la perfección en esta estación que me tiene enamorado. Tenía ganas de otoño.
Y llegó.

16 de octubre de 2009

Mortal life


La vida no es más que una enfermedad de transmisión
sexual, que nos conduce irremediablemente
a la muerte


Hoy sólo quería compartir esta cita con vosotros. Porque ir a clase da para mucho más que la desesperación o el aburrimiento, y es que de vez en cuando llega un profesor cachondo que suelta lindezas como ésta.
Nunca había oído la frasecita en cuestión, y la verdad es que estuve un rato dándole vueltas, y tiene toda la razón del mundo. Es cierto! La vida se transmite sexualmente, y sí, es mortal. Hagamos lo que hagamos, esta enfermedad llamada vida acaba matándonos. Inexorablemente.
..

13 de octubre de 2009

3+3=6

No es que esté aprendiendo a sumar. Tampoco es que mi blog trate ahora sobre el mundo de las matemáticas. Sólo es otro meme. Uno de tantos. Y consiste en compartir tres cosas que nunca haya hecho y me gustaría hacer, tres cosas que no haría nunca, y pasárselo a seis personas. Así que, ¿se os ocurre un título mejor que el que he puesto?

3 cosas que nunca haya hecho, pero que me gustaría hacer:

- Tirarme en paracaídas. Siempre he soñado con volar, y creo que es lo más cercano a esa sensación. Claro que corremos el riesgo de prepararlo todo, y luego no tener el valor de lanzarme… no sé, no sé…
- Montar en globo. Me maravillan las imágenes que se pueden contemplar desde las alturas, y de una forma tan relajada como en un globo, sería genial!
- No todo iba a tener que ver con las alturas y con surcar los aires. La tercera cosa que siempre he querido hacer es jugar al Paintball. Sí, juntarnos unos cuantos amigos y comenzar una guerra a base de disparos de pintura. Pero por unas o por otras, nunca nos acabamos de animar.

3 cosas que no haya hecho y que nunca haría:

- Tatuarme. No es que no me gusten los tatuajes, de hecho algunos me encantan… pero nunca me haría uno porque son para siempre. Bueno, o casi. Son demasiado permanentes, y no me arriesgaría a hacérmelo, para dentro de unos años arrepentirme.
- Ir a un reality show. Ni por todo el oro del mundo. Soy muy celoso de mi intimidad y no soportaría que me grabasen constantemente y que toda España lo viese. Aunque sinceramente, tengo una personalidad que se ajustaría perfectamente al perfil de ganador de uno de estos concursos… xD
- Comer babosas y beberme un vaso de bilis de vaca. (Sí, he vuelto a ver Fear Factor.) Vamos, que antes me convierto a la coprofagia!

6 personas para que continúen con el meme:

- Tea girl.
- Xenia.
- Ankara.
- Shopgirl.
- Ailën.
- Sandra.

9 de octubre de 2009

Perpetuando aromas...

Cada vez que un delicioso aroma inunda mi pituitaria, tengo el mismo deseo: Si pudiera perpetuar los olores, qué maravilloso sería...
Del mismo modo que vemos la fotografía de aquel momento inolvidable, o al igual que escuchamos una y otra vez la canción con la que nos enamoramos, siempre he querido reproducir el olor de la última tormenta de verano, o el aroma de aquel viaje a la India.

Sería extraordinario que, sin salir de casa, pudiéramos disfrutar de nuestros olores favoritos cuando nos venga en gana. Tan fácil como insertar el aromadisc de “tierra mojada” en el aromaplayer, éste lo vaporiza por nuestro salón, y a gozar. Cuando nos cansemos, podemos transportarnos directamente al Mediterráneo, con el aromadisc de “brisa marina”. O cualquier otro disco de la colección: el olor que destilan las páginas de un libro, el de una flor, el aroma de un buen chocolate a la taza… ¿No sería fantástico disponer de ellos en cualquier momento? Quizás pueda parecer algo de otro mundo, de película de ciencia ficción… pero no, craso error.

Y es que resulta que el Instituto de tecnología de Tokio está desarrollando un aparato (lo que viene a ser el aromaplayer), que es capaz de grabar y reproducir los aromas. Se ha empezado a investigar con alimentos, como el olor a manzana, o el del pan recién hecho, y han sido capaces de almacenarlos digitalmente y posteriormente reproducirlos. La máquina analiza el olor, graba su composición, y seguidamente lo reproduce mediante la combinación de determinados componentes químicos no tóxicos, que lo disipan en el ambiente mediante un vaporizador.

Puede sonar increíble, pero es cierto, y el invento parece que funciona. Si finalmente es capaz de reproducir todos los aromas, podríamos grabar el olor en un determinado instante, y años después lo tendríamos a nuestra disposición. Sin movernos de nuestro sillón, podríamos rememorar nuestros mejores momentos, no sólo con imágenes y sonidos, sino también con el olor, la verdadera esencia de los recuerdos.

5 de octubre de 2009

Hipocresía

No lo sé hacer, no aprendo. No puedo actuar con hipocresía, y es algo que en nuestra sociedad actual tiende a ser un defecto. No puedo con las personas hipócritas, pero el mundo que nos rodea, muchas veces nos obliga a serlo.

Nos damos besos, nos sonreímos como si fuésemos los mejores amigos, y sin embargo no nos soportamos. Preconizamos ideas y pensamientos, cuando en realidad estamos en completo desacuerdo. Pues no, a mi no me sale, lo siento.
Yo si no te aguanto, no te aguanto. Igual debería saludar, debería mantener las formas, debería fingir en las situaciones que lo requieran, debería disimular mis opiniones con tal de agradar… pero no puedo. No aguanto la hipocresía, es superior a mí.

Puedo mantener mi educada postura en un lugar donde no me encuentro cómodo, y ahí también puede haber cierto grado de falsedad o fingimiento… Pero hacer, pensar, o decir algo que no me nace, u ocultar mis intenciones sólo por aparentar, es imposible. He tenido algún que otro problema por mostrar lo que siento en cada momento, y no he salido muy bien parado, puesto que la falsedad parece ser deporte nacional, qué digo… ¡universal!, y mucha gente lo practica a diario.

Este es un tema muy complejo… así que ¿Qué opina mi público de ello? ¿Se confunde hipocresía con buenas maneras? ¿Podéis saludar efusivamente a vuestro peor enemigo? ¿Sois tajantes con la gente que no soportáis? ¿Habéis aprendido a ser falsos?

2 de octubre de 2009

Empezar de cero...

A pesar de que no es un comienzo, así es como yo lo entiendo. Como un niño con zapatos nuevos. El primer paso de un camino incierto.

Irrumpir como un extraño, pese a no venir de lejos. Y aunque nunca me haya ido,
hacer como que vuelvo.

Me arriesgo. Entro en el juego de nuevo, sin saber si apostar al rojo o al negro.
Esto es lo que quiero. No estoy loco, aunque pueda parecerlo.

A veces me pierdo, y al rato me encuentro. Nunca fue tan difícil como en este momento. Ubicarme, el más grande de los retos.

Una encrucijada en el tiempo. El alcance de una decisión de peso. Pensar en esto y en aquello, y al final seguir el camino del medio.

Ni blanco, ni negro. El gris puede ser un buen consejero. Una insólita salida ante el sombrío tedio.
El puente hacia el próximo intento.

Empezamos de cero...